¡¡Inaugurando nueva categoría!! Libros y demás historias en papel.
Si hablo de un país llamado Nunca Jamás, de los siete enanitos, de la dama y el vagabundo, de los tres cerditos o de la calabaza que se convertía en carroza, todos sabremos de qué estoy hablando. Son cuentos. Cuentos que nos recuerdan a cuando éramos pequeños.
¿A vosotros os contaban cuentos?
Apuesto a que enseguida se os vendrá a la mente un cuento de vuestra niñez. En mi caso es el de Blancanieves y los siete enanitos; la de veces que me lo contó mi padre cuando era una enana…
Leyendo esta entrada, supongo que se os habrá dibujado una sonrisa en la cara. Acordarse de algunas cosas de la infancia nos recuerda con qué inocencia e ilusión las vivíamos y nos produce cierta añoranza.
Desde que era pequeña siempre leí mucho. No porque me obligasen, sino porque a mi alrededor era lo que veía, y uno cuando es pequeño imita lo que tiene cerca. Leer, sin duda, es un placer que algunos se pierden. No concibo no tener un libro en la mesita de noche o en el bolso para seguir una historia esté donde esté.
Hoy, hago apología a la lectura de los cuentos cuando se es adulto. ¿Por qué dejarlos sólo para los niños? Los cuentos fomentan la magia, imaginación, y siempre traen consigo una moraleja para el aprendizaje.
Os propongo: “Las tres preguntas” de León Tolstoi (editado por Gadir, 2009). Es un cuento que se lee en unos minutos. Me lo regaló mi hermano hace un par de años y qué hallazgo. Siempre es buen momento para leerlo y recordar ciertos aspectos que parecemos olvidar con demasiada frecuencia.Es un texto filosófico que se puede leer desde el principio de la adolescencia y siempre. A través de una historia se buscan las respuestas a tres preguntas:
¿Cuál es el momento adecuado para cada tarea?
¿Qué personas son las más importantes?
¿Cómo no equivocarse al decidir qué tarea es la más importante en cada momento?
Las respuestas a estas preguntas las encontraréis en el libro. Deberían ser nuestro leitmotiv 🙂
Disfrutadlo
Mi reloj de arena 